BOMARZO 2007

BOMARZO
Ópera con música de Alberto Ginastera
y texto de Manuel Mujica Láinez basado en su novela homónima


LIBRETO

ACTO PRIMERO

ESCENA V:  A orillas del Tiber


(Una mañana en la campiña en Bomarzo. A la izquierda, el Tiber fluye por un rincón del paisaje. Al fondo, una roca esconde parte de su corriente. En el proscenio, Diana Orsini, abuela de Pier Francesco, mira complacida a su nieto, recostado a sus pies. Una dama de compañía sostiene un parasol, otra la abanica con plumas de avestruz)

DIANA:
Tu padre está muy mal, Vicino.
Nunca se recuperó de la herida de Florencia.

PIER FRANCESCO:
Tampoco yo, abuela.

DIANA:
¿Qué quieres decir?

PIER FRANCESCO:
Nada... nada... En Bomarzo se respira
mejor que en Florencia; éste es mi lugar.
Pero Bomarzo quedará huérfano
de su Duque guerrero, de su Duque glorioso.

DIANA:
Bomarzo eres tú, Vicino.

PIER FRANCESCO:
Yo soy un pobre giboso.

DIANA:
Cuentan que eres inmortal.

PIER FRANCESCO:
¿Lo crees? Son invenciones del astrólogo.

DIANA:
¿No crees en los astros?

PIER FRANCESCO:
Todavía creo en la vida y en la muerte.

DIANA:
Los astros aseguran que no morirás.

PIER FRANCESCO:
Si muere mi padre, Bomarzo será de Girolamo,
y entonces Girolamo, que me odia, me matará.

DIANA:
También me odia a mí, Vicino.
Nunca ha perdonado que te quiera tanto. Pero olvidémoslo.
Olvidémonos de todo lo que no sea la felicidad de estar juntos.

(Se abrazan)

No temas, no. No temas nunca nada.
La gran Osa de Orsini te protege.
La gran Osa de Orsini va a tu lado,
siempre.
Es la misma que surge en el comienzo
de nuestra sangre y que a tu lado vuelve,
nodriza del Orsini victorioso, 
fundador de la estirpe de los héroes,
y que a tu lado marcha
siempre, siempre.
Aunque tú no la veas, nieto mío,
te escuda con sus zarpas y sus dientes
y a tu lado camina
siempre.

(Girolamo aparece lentamente sobre la roca, semidesnudo. Los observa sin ser visto)

PIER FRANCESCO:
A veces, en las largas galerías
del castillo, adivino una solemne
sombra que me acompaña sin un ruido,
terrible, muda, negra, enorme y leve.

DIANA:
Es la Osa ancestral, esa que avanza
desde el fondo del mito, esa que crece
vigiliante y segura,
como una roca,
una roca cubierta de ásperas pieles.
Y está a tu lado
siempre.
La Osa del primer Orsino Orsini,
la que le dio a mamar divina leche,
te ha de acompañar por siempre, siempre,
porque no has de morir, y aquí, en Bomarzo,
estarás siempre, siempre, siempre.

(Una carcajada brutal de Girolamo los toma desprevenidos. Se dan vuelta y lo ven. Con un gesto, Diana ordena a sus damas de compañía que partan. Salen)

GIROLAMO:
¿Siempre estarás? ¿Lo crees?
¿Lo crees, jorobado? ¿Verdaderamente?
¿Crees la loca fábula astrológica?
¿Para qué estarías aquí siempre?
¿Para manchar el suelo con tu sombra que se retuerce?

DIANA:
¡Cállate, Girolamo perverso!
¡Déjanos solos! ¿Qué pretendes?
¿Qué buscas aquí, serpiente?

GIROLAMO: (burlón)
Vengo, abuela, a nadar en el Tíber que fluye desde Roma,
donde son los Orsini como reyes.
Vengo a mostrarle al sol mi cuerpo joven,
recto como una espada de oro fuerte.
¿No quisieras bañarte, Pier Francesco?
¿Quieres que te desnude, Orsini débil?

DIANA:
¡Cállate, perverso! ¡Cállate, sierpe!

GIROLAMO:
¿O prefieres que sea nuestra abuela
quien te sirva de paje reverente,
com ocuando eras niño y te mimaba
con caricias la espalda de pelele?

DIANA:
¡Cállate, sierpe!

GIROLAMO:
O quizá ha de ser la Osa nodriza
de los Orsini, la que nos presente
tu desnuda joroba, joroba de espantajo,
¡Señor eterno! ¡Señor de siempre!

DIANA:
¡Cállate, cálate!

GIROLAMO:
La Osa ha de ocuparse de otro Orsini
y no de este bufón que nos ofende.
La Osa es mía, mía, del guerrero,
del cuerpo de oro, de la espada fuerte.

(Mientras habla retrocede, ebrio de orgullo, pierde pie y cae al río detrás de las rocas, con un largo grito. Pier Francesco se alza para ir en su ayuda, pero Diana lo mira fijamente, reteniéndolo. Los lamentos continúan, y finalmente se detienen. Pier Francesco y Diana esperan, expectantes. Finalmente Pier Francesco escala la roca y mira hacia donde su hermano ha desaparecido. Se persigna)

PIER FRANCESCO:
Su nuca golpeó contra la peña,
que está ahora teñida de sangre sobre el verde.

(Su abuela lo mira impávida y también se persigna. Llama a Pier Francesco: )

DIANA:
Ven conmigo, Duque.
Ven, Duque de Bomarzo para siempre.

(Pier Francesco comienza su descenso de la roca, asustado y consternado. Cae el telón)


Continuación:  Cuadro VI

 

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