BOMARZO 2007

BOMARZO
Ópera con música de Alberto Ginastera
y texto de Manuel Mujica Láinez basado en su novela homónima


LIBRETO

ACTO PRIMERO

ESCENA VIII:  El Retrato de Lorenzo Lotto


(El estudio de Pier Francesco, como en la Escena III. En una pared pende un retrato de Pier Francesco Orsini pintado por Lorenzo Lotto. Frente al retrato hay un gran espejo cubierto por una tela. El Duque entra, vestido con su armadura, guantes y botas, seguido de Abul, que lleva su casco emplumado. Pier Francesco le habla a su criado)

PIER FRANCESCO:
¡Bomarzo! ¡Él me daba fuerzas!

(Se detiene frente al retrato sin notar el espejo. Abul deja el casco y comienza a desatar los lazos de la armadura)

¡Ay, Abul! Pensaba, mientras
seguía en el combate a los franceses,
que gobernaba a Bomarzo mi retrato.

(Señala el retrato con orgullo)

Yo soy esa boca fina, yo soy
esos largos ojos secretos, yo soy
esos pómulos acusados, yo soy
esas delgadas manos transparentes.
Cuando Lorenzo Lotto me pintaba
en la ilustre Venecia, sentía
que se esfumaba mi joroba torpe.
¡Ay, Abul! ¡Ay, Abul!
Yo soy ese hermoso príncipe romano,
ese oculto poder, hielo y violencia,
llama fría, reserva, seco orgullo
y ternura también desesperada;
capaz de amar, capaz de que me amen
por mi cara perfecta, por el pelo
castaño que me enmarca de penumbras,
por mis labrios ceñidos, pero hambrientos.
¡No quiero ser ninguno, ningún otro,
sino esa bella imagen que me mira,
me sabe, me comprende y a quien amo!

(Abul le quita su armadura. Pier Francesco le acaricia la cabeza mientras aquél se arrodilla a su lado)

Ay, tú me amas también ¡Ah, si pudiera amarme como tú, Julia Farnese!
La gloria de los campos de batalla se me niega;
la mía es una gloria distinta, que adivino vagamente
y que en Bomarzo está, que aquí me espera,
escondida en sus rocas y en su aire.

(El niño esclavo besa la mano de Pier Francesco y sale. Pier Francesco canta, contemplando sus propias manos)

Ya mi cuerpo no me pesa: todo mi cuerpo es mi mano.
¡Cómo tiembla! En ella están las lágrimas y los labios.

(Nota el espejo y arranca la tela que lo cubre. Horrorizado, se cubre los ojos)

¡Este espejo infernal! ¿Quién se ha atrevido a colocarlo aquí,
si yo, si el Duque desterró de Bomarzo a los espejos?
¿Maerbale? ¡Ay, joroba que me aplastas con tu monstruoso fardo!

(Señalando primero al retrato, luego al espejo)

Yo soy aquél, feliz, pero soy éste, desventurado, que también me sigue.
Y la inmortalidad, que las estrellas fijas en mi horóscopo aseguran,
sobre los dos planea con su signo.

CORO:
¡Serás inmortal! ¡Serás inmortal!
Dentro de tanto tiempo que no lo mide lo humano,
el Duque de Bomarzo se mirará a sí mismo.

PIER FRANCESCO: (mirándose en el espejo)
¡Déjame en paz, mi cuerpo, mi tormento!
¡Déjame en paz, mi alma! ¡Que yo sea
inmortal, pero puro, puro, puro!

(En el espejo, el rostro del Demonio aparece en lugar del de Vicino Orsini. Su aspecto es el del monstruo de piedra que luego será la cabeza de la Boca del Infierno)

¡Ah, el Demonio, que empujan los espíritus de mi padre y mi hermano!
¡Infatigable Demonio jorobado que me acosas! ¡Ah!

(Levanta el casco y lo lanza contra el espejo, rompiéndolo, luego lo arranca de la pared y lo estrella contra el piso, mientras cae el telón)


FIN DEL ACTO I

 

Continuación:  Cuadro IX

 

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