BOMARZO 2007

BOMARZO
Ópera con música de Alberto Ginastera
y texto de Manuel Mujica Láinez basado en su novela homónima


LIBRETO

ACTO SEGUNDO

ESCENA XIV:  La Alquimia


(Laboratorio de Silvio de Narni en los sótanos del castillo. Hornos, fuelles, retortas, alambiques, esqueletos de gigantescos lagartos cuelgan del techo, balanceándose. Reaparece el Horóscopo de la escena III. Alrededor, cada una en un pedestal no muy alto, se encuentran estatuas, bárbaramente pintadas, fantásticamente vestidas y coronadas, que representan los primeros maestros que reconocieron el Opus Magnum de los Alquimistas. El Duque y el Astrólogo están en pie al lado de un atril que sostiene un enorme libro abierto)

PIER FRANCESCO:
Por fin he realizado mi soñada creación 
y el Bosque de los Monstruos de Bomarzo ya existe. 
Puesto que soy un monstruo 
me he rodeado de monstruos fraternos 
que encarnan los episodios de mi vida doliente. 
Todos, 
como en un combate titánico 
frente a la Boca del Infierno, 
proclaman mi paso por el mundo. 
Las muertes que causé y mi cuerpo torturado 
me procuran la corte de monstruos 
que es la que yo merezco. 
Ni héroe de Lepanto, ni paladín de Roma, 
¡Capitán, capitán de los Monstruos de Piedra..! 
Sacro bosque fatal, 
oscuro Sacro Bosque, 
¿será ésta la inmortalidad 
que los astros explican?

(El Astrólogo-Alquimista toma un alambique y comienza a llenarlo con diversos líquidos que, al ser calentados sobre el fuego, despiden una pesada nube de humo. Poco a poco el humo del alambique y los hornos llenan el cuarto oscuro. Al mismo tiempo, Nicolás Orsini entra y se esconde entre los terribles objetos)

PIER FRANCESCO: (al Astrólogo)
¡El filtro, astrólogo, el filtro..!

SILVIO: (señalando las estatuas de los alquimistas)
Mira, Señor, las figuras 
de los sabios prodigiosos 
que inspiraron el empeño 
de tu alquimista y astrólogo 
en pos de la nueva fórmula, 
con su ciencia y su socorro. 

(Los va señalando uno a uno)

Aquel, Hermes Trimegisto, 
Cheops, Pauscris, Apolonio, 
Pitágoras y Sinesius, 
Agathomedon, Demócrito, 
Eneas de Gaza, Ostanes, 
Zózimo, Heráclito, todos, 
hasta el vencedor guerrero, 
Alejandro Macedonio.

(El Astrólogo señala un pasaje del libro sobre el atril, donde él y Pier Francesco están de pie dando la espalda a las estatuas)

Y aquí observa, observa el fruto, 
la fórmula de lo ignoto, 
el triunfo de lo eterno, 
la inmortalidad de oro.

PIER FRANCESCO:
¡Por fin, por fin la tienes! Esa inmortalidad 
cabe en unas palabras y unos signos... 
¿Estás seguro? Díme, Silvio, ¿no te equivocas?

SILVIO:
No se equivocan los astros 
en su mensaje divino. 
Las estrellas aparecen 
en el mundo de este filtro.

(En las sombras, las figuras multicolores de los Alquimistas bajan de sus pedestales y comienzan una danza ritual alrededor de Silvio y Pier Francesco, quienes no los miran, sino que permanecen solos en el centro, al lado del atril. Silvio sopla una llamarada con los fuelles)

¡Sopla la furia del Tiempo, 
sopla la furia del Tiempo 
impotente! 
¡Sopla la furia del Tiempo robado, 
sopla la furia del Tiempo vencido, 
que no puede 
retener lo que es suyo, la vida que se escapa 
de sus manos de hierro, 
para siempre, para siempre!

(Las estatuas de los Alquimistas danzan una loca danza en círculo tomados de las manos. Mientras, Silvio alza el cáliz como en la Consagración)

¡Ahora, ahora, 
Hermes Trimegisto,
Cheops, Pauscris, Apolonio,
Pitágoras y Sinesius,
Agathomedon, Demócrito, 
Eneas de Gaza, Ostanes, 
Zózimo, Heráclito, ahora,
Alejandro Magno, ahora, 
ahora es la hora!

(Silvio vacía el contenido del alambique en el cáliz, que se ilumina. Los Alquimistas pasan ante el cáliz, girando velozmente mientras cada uno lo toca. Desaparecen en las sombras)

PIER FRANCESCO:
¡Ay, quedar en Bomarzo para siempre 
besar las rocas y la vieja tierra, 
siempre, siempre, sentirlo solo mío, 
Bomarzo, ni hombre ni mujer, pasión 
que aquí se fija, eterna! 

NICOLAS ORSINI: (escondido)
¿Eterno tú, matador de mi padre? 
¡Jamás, jamás! ¡Lo juro!

(Las figuras de los Alquimistas vuelven a adelantarse)

CORO:
¡Pier Francesco Orsini, 
has retado a los poderes supremos 
sin más armas que tu amor a Bomarzo! 
¡Ten cuidado, ten cuidado!

(Las estatuas junto a los contenidos del laboratorio desaparecen súbitamente. Solo permanece el cáliz luminoso)

 

Continuación:  Cuadro XV

 

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