BOMARZO 2007

 

SEMBLANZA Y RESPLANDOR DE MANUEL MUJICA LAINEZ

por  Dr. Norberto L. Griffa (Universidad 3 de Febrero, Buenos Aires - UNTREF)

(conferencia dictada el 3 de agosto de 2007 en la ciudad de Bomarzo, Italia, en el marco del acto cultural: "Bomarzo a Bomarzo: Un Omaggio")

 

 

Hace poco tiempo atrás estuvo en Buenos Aires un destacado escritor colombiano, Fernando Vallejo, autor de la novela “La virgen delos sicarios”, llevada posteriormente al cine. En un reportaje para la Revista “Ñ” afirmó: “Mujica Lainez es el mejor escritor de Buenos Aires ... la prosa de Lainez es una de las más hermosas del idioma, plena de belleza, ritmo, sonoridad, de sabiduría literaria.” Este comentario me llamó la atención, en particular porque la obra de Mujica últimamente no ha sido suficientemente valorizada, a pesar de que durante el año en curso Sudamericana sacó una nueva edición de su novela "Bomarzo".

Mujica Laínez nació en el año 1910 en Buenos Aires, una fecha clave para nosotros en tanto se trataba del primer centenario de la Revolución de mayo, que nos independizó del poder colonial de España y marcó un corte frente a la paternidad europea y la asunción de un posible destino americano. Entre 1880 y la década de 1910 se generó ese proceso político social que Natalio Botana llamó el “orden conservador”, cuya calificación de conservador implica “...la configuración concreta de un régimen de hegemonía gubernamental en el que la intención de los actores para controlar la sucesión choca con oposiciones, conflictos y efectos inesperados.” 

Mujica nace en esa época y en un medio de familias tradicionales argentinas tanto por parte de su padre como de su madre y posteriormente de su mujer Ana de Alvear, En su familia encontramos escritores, periodistas , coleccionistas de arte y gente muy comprometida y actora en la vida política del país. De sus famosas tías Lainez recoge la tradición oral de los cuentos e historias de Buenos Aires, así como del brillante mundo social que vivió en su juventud. Esta vida transmitida y vivida se transforma en literatura y le permite reconstruir narraciones que transcurren en diferentes tiempos, a partir de un eje central, como una quinta en San Isidro, en “Aquí vivieron “ (1949), con cuentos que van desde el año 1583 hasta el año 1924. O como en “Misteriosa Buenos” (1950), donde la ciudad es el lazo espiritual que une las narraciones que van desde su fundación por el español don pedro de Mendoza en el 1536 hasta el año 1904, con un cuento característico titulado "El Salón Dorado" y en donde muestra un ineludible fenómeno de decadencia. 

Como dice Juan Carlos Ghiano:”El novelista registra el apogeo y el final de una clase argentina: patriciado u oligarquía, según sea el punto de vista interesado. La exaltación de estos privilegiados se afirmó en las dos décadas últimas del siglo anterior (como señalamos al comienzo en el período previo al nacimiento de Mujica) y se fue diluyendo en las tres primera décadas del siglo XX, junto con el deterioro de sus primacías como grupo gobernante. Mucho antes de ese final político, los refinamientos allegados por el dinero habían ido ahogando las virtudes fundadoras, como si la educación estética cubriera la curva descendente de la hábil asunción de las circunstancias que les había permitido afirmar su preeminencia nacional”.

Mujica joven vivió el último tramo de esplendor y de decadencia de ese orden conservador que ya empezaba a hacer crisis en el año de su nacimiento, aunque aparentemente los signos externos todavía eran de esplendor. Oigamos el relato de boca del propio Manucho, como lo llamaban los íntimos: ”...entre mis años veinte (año 1930) y mis treinta años fue la época en que yo ingresé al Diario “La Nación”. Al mismo tiempo, es una época de mi vida muy, muy frívola, de una frivolidad increíble. Es la época de ir a bailes, época mundana en un Buenos Aires tan distinto. En ese momento había en Buenos Aires tres o cuatro señoras viejas, disparatadamente ricas y disparatadamente finas, que eran disparatadamente viudas y sin hijos, pero con sobrinas que tenían que casar. Entonces daba esos bailes “monstruos”en noviembre y en diciembre. Yo iba a esos bailes y todos me han acusado de perder el tiempo. Sin embargo, allí aprendí muchísimo, no hubiera escrito libros como “La casa” si no hubiese ido a esos lugares.” 

"La casa" es un paradigma en su obra. La casa señorial se hace sujeto viviente y cuenta. Se trata del apogeo y caída de una casa, de una época, de una clase: ” Soy vieja, revieja. Tengo sesenta y ocho años. Pronto Voy a morir. Me estoy muriendo ya. Me está matando día a día. Ahora mismo me arrancan los escalones de mármol, pulidos, que antes, al darles encima el sol a través de los cristales de la claraboya, se iluminaban como una boca joven que sonrie...Dolor y vergüenza.” Como decía antes Ghiano, “cuando los refinamientos allegados por el dinero ahogan las virtudes fundadoras”. Y nosotros agregamos: se termina en “dolor y vergüenza”.

La década del cuarenta del siglo anterior es clave en la historia argentina. El arribo a la política del movimiento peronista marca la partida de defunción de ese mundo en el que vivió y con el que se identificó Manucho; por supuesto que se trató de un largo proceso, pero a veces violentamente acelerado. El peronismo que hunde sus raíces ideológicas en el fascismo y deviene “populismo americano” debía dar cuenta del paso a una sociedad de masas, haciendo de dique de contención al avance, en ese momento aparentemente incontenible, de las izquierdas. Las clases tradicionales argentinas, con su sesgo liberal en el mejor de los casos, pertenecían a una cultura profundamente elitista con una mirada idealizada hacia la Europa culta. Resistieron, pero no con la sabiduría de Il Gatopardo: cambiar algo para que nada cambie.

Algunas veces se habló de Mujica Lainez haciendo una relación con Proust. En Mujica hay siempre un tiempo perdido nunca recobrado. El no puede ver a sus personajes como Proust los mira en el tiempo recobrado. Por eso, su obra tiene ese corte melancólico que indica siempre el objeto perdido o lo que se está por perder. El objeto perdido deja un lugar vacío que el literato mitologíza: el viejo Buenos Aires, el mundo de sus antepasados . En sus conversaciones con Borges en el año 1977, les preguntaron si Buenos Aires difería de los años 20 y 30, a lo cual él contestó:”Por favor, yo vivo ahora en Córdoba (en su casa llamada “El Paraíso") en las sierras, y cada vez que vengo (a Buenos Aires) es como si viajara al extranjero... A esta ciudad no la conozco, es otra. Y la gente, no digamos... Bueno. ha pasado mucha cosa, han pasado dos peronismos.” 

Considero que estas frases sintetizan lo que veníamos diciendo. No obstante, Manucho mantuvo su estilo de vida ,su dandismo, su humor ácido, a veces terrible, tal como lo describe Jorge Cruz en su libro”Genio y figura de Manuel Mujica Lainez” y en donde hace una “Introducción festiva” en la que narra el festejo del cumpleaños de Manucho en su casa del Barrio de Belgrano, concluyendo : ”...su cumpleaños, cada 11 de septiembre, es una mina cuyos filones pueden aprovecharse durante semanas”. Era el comentario de todo Buenos Aires.

¿Cómo aparece Bomarzo en este contexto? Es el rasgo viajero de Manuel Mujica, su curiosidad, la referencia en un diario perdido. Guillermo Whitelow que lo acompañó en la aventura de visitar Bomarzo por primera vez, en su texto “Bomarzo” nos cuenta que: ” A pesar de sus múltiples viajes, Mujica Lainez conoce a Italia en 1958, y todo lo que había presentido de ese país maravilloso y persuasivo para un artista de ardiente fantasía lo exalta y enriquece ... Pocas eran las personas que habían hecho el viaje hasta Viterbo y llegado al parque de los monstruos de piedra ... Puesto en la pista por un pintor romano, Nato Frascá, el escritor se lanza al descubrimiento, convertido casi en explorador o en arqueólogo. Miguel Ocampo, el pintor, que se hallaba cumpliendo tareas en la Embajada Argentina, como agregado cultural y yo, becario del Gobierno Italiano, lo acompañamos en aquel día luminoso. Es difícil explicar en qué consisten las revelaciones. En el caso especial de Mujica Lainez, tiene más que ver con la cosas concretas que con los signos ultraterrenos. Los objetos le hablan, los paisajes -siempre que en ellos haya “algo” dejado poorr el hombre-, y él sabe, como muy pocos, captar su voz y reconstruir su destino.” 

A partir del contacto con el Sacro Bosco se le revela el personaje de Pier Francesco Orsini, llamado Vicino, Duque de Bomarzo, que vivió entre 1512 y el 1586. Con él se identifica al punto que genera su doble: la versión mítica del Duque de Bomarzo es Orsini-Mujica. Un personaje de ficción que poco tiene que ver con el Orsini real comedor de miel.

Esteban Buch en su libro “The Bomarzo Affaire” comenta: ”Así, para Mujica, Pier Francesco Orsini se convierte poco a poco en el representante de un linaje aristocrático en el cual proyectar la historia de su propia familia aristocrática". Según observa Oscar Hermes Villordo, analizando las resonancias autobiográficas del personaje, “para Manucho el apego por los nombres, los viejos apellidos y sus alianzas era una herencia repetida que hizo suya una gran conciencia de clase.” 

Hay también alguna interpretación sicoanalítica apócrifa, que se encuentra entre los escritos del compositor Alberto Ginastera, autor de la ópera Bomarzo. La neurosis de Vicino que se gesta en su infancia y que tiene su escena originaria cuando es sometido por su hermano a una farsa de casamiento en la que hace de mujer-duquesa de Bomarzo con el posterior castigo de su padre. Además de su disminución física, la joroba, Pier Francesco no podía alcanzar la exigencia del ideal viril de su padre y de su familia. Por eso, sus relaciones con la cortesana Pantasilea o con su mujer, Julia Farnese, lejos de ser reivindicatorias, implican la conciencia de su impotencia. 

Whitelow dice en el trabajo antes citado que “Pocos personajes podrán identificar con más minucia las debilidades humanas que el Duque de Bomarzo. Es que para Mujica, un ser humano, aún en sus mejores momentos, y aún en el mejor de los casos es alguien siempre dependiente, un ángel caído, que purga una culpa cuyo sentido último lo excede.” En la gran catarsis que Mujica hace en Bomarzo, proyecta sobre el Duque el horror “pobre monstruo pequeño, ansioso de amor y gloria”, y lo hace morir en su propia Puerta del Infierno, mientras él libre, puede morir en su casa llamada -no casualmente- ”El Paraíso”.

El 7 de Octubre de 1961, aniversario de la batalla de Lepanto, Manucho concluyó su novela, la cual tuvo gran repercusión y distinciones varias, como la medalla de oro del Gobierno de Italia en el año 1962 o el Primer Premio de la Academia Argentina de Letras en 1963. El maestro Alberto Ginastera, gran compositor argentino, compuso la ópera en base a la novela, con libreto de Mujica y esta fue estrenada en Washington el 19 de mayo de l967 en el Lisner Auditórium con mucho éxito. No pasó lo mismo en Buenos Aires. la ópera fue retirada del repertorio del teatro por Decreto Nº 8276/67 del Gobierno Municipal de Buenos Aires como “resguardo de la moralidad pública”. 

El presidente de la República en esa época, Teniente General Onganía tomó la decisión en forma personal. El estreno en Washington les había advertido sobre “la referencia obsesiva al sexo, la violencia y la alucinación “en la ópera. Mujica llamó a esto “uno de los capítulos más extraños de la historia del arte de nuestro país”. En realidad no era extraño. La historia argentina durante todo el siglo XX ha implicado un sucesivo asedio a la democracia por parte de Gobiernos militares, alentados por supuesto por intereses civiles, con objetivos tendientes en su generalidad a una restauración fuertemente conservadora; si no, baste analizar quienes fueron sus Ministros de Economía. 

En el caso de Onganía que llegó a la presidencia mediante un golpe militar en el año 1966, arrasó no solamente con la ópera Bomarzo, sino con un centro de experimentación artística de avanzada como fué el Instituto Di Tella, con la “noche de los bastones largos” produjo el desmantelamiento de la Universidad de Buenos Aires, con la instalación de la censura cinematográfica y teatral cercenó la vida cultural del país. Un verdadero Atila de la cultura. Bomarzo no fue una excepción.

Si bien hubo un estreno anterior en 1972 , en el año 1984, restaurada nuevamente la democracia argentina, que todavía perdura, se repuso la ópera de Ginastera-Mujica. Esta obra, tanto novela como ópera, no sólo ha generado ese eje Orsini-Mujica, sino también el de Bomarzo-Buenos Aires, porque como muy bien lo dice Whitelow, Manucho insertó el Renacimiento en la Cultura argentina. Y así como Mujica mira a Vicino como su otro yo renancentista, el Duque se refleja en Mujica a través de los tiempos, y entre este juego de espejos venimos nosotros hoy a rendir homenaje al pueblo de Bomarzo en el espacio mágico que nos abre el Arte.

                                                                                              Dr. Norberto L. Griffa

 

Entrevista al Dr. Norberto Griffa sobre "Bomarzo 2007" (video de 5 minutos)

Fotos, videos y artículos vinculados a Manuel Mujica Lainez

 

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